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En Ninety Nine no ofrecemos este tipo de productos de inversión, debido a su complejidad y al elevado riesgo que implican. No son productos adecuados para inversores principiantes o para perfiles de inversión conservadores. Aun así, creemos que puede interesarte tener unas nociones básicas acerca de los derivados para conocer mejor su funcionamiento, teniendo en cuenta que son activos de uso recurrente en la intermediación financiera y la gestión de carteras. Si parte de tu ahorro lo tienes invertido en fondos de inversión, te interesará saber que posiblemente cubran algunas de las posiciones de tu cartera con derivados para minimizar riesgos.
Empecemos por lo más básico…
¿Qué es un producto derivado financiero?
Los productos derivados son instrumentos financieros complejos. Su precio se basa en la evolución del precio de otro producto, denominado activo subyacente, que puede ser desde una acción, un bono o producto de renta fija o una commodity o materia prima. Cuando adquieres un producto derivado financiero, suscribes un contrato por el cual te comprometes a comprar o vender un activo financiero en una fecha futura determinada a un precio preestablecido.
Primeros mercados de derivados financieros
La compraventaventa de productos a futuro es una práctica que ya se empleaba en la antigüedad. Se tiene constancia de transacciones de este tipo en los mercados holandeses del siglo XVII, donde se comerciaba con los bulbos de tulipanes. También en Japón se comerciaba arroz a futuro en los mercados, tal y como señala la CNMV en su guía sobre Opciones y Futuros. No obstante, el mercado de derivados moderno no nace hasta el siglo XIX en Chicago. En la actualidad, en esta plaza se continúa negociando con contratos de trigo y maíz, aunque con el paso del tiempo la variedad de contratos ha ido aumentando e incrementando el nivel de diversidad y sofisticación, con derivados sobre acciones, bonos, índices, tipos de interés etc.
¿Con qué fines se contrata un producto derivado?
Cobertura de riesgo de precio
Una de las finalidades que se persigue con la contratación de un derivado es cubrirse frente a riesgos de precio. Pongamos un ejemplo para arrojar un poco de luz sobre el objetivo de contratar un derivado. Una empresa que fabrica muebles y necesita grandes cantidades de madera (en este caso hablamos de una commodity o materia prima) será especialmente susceptible a variaciones en el precio de la madera. Si espera que la materia prima de la que depende experimente incrementos de precio en los próximos meses, tiene la opción de cerrar un contrato a futuro de madera. Es decir, acuerda comprar una cantidad de madera al precio que tiene en el momento de la contratación, pero la transacción no se completará hasta dentro de tres meses. Si dentro de ese periodo el precio de la madera ha aumentado, se habrá asegurado la compra de la materia prima que necesita a un precio más barato. En cambio, si el precio de la madera cae en los siguientes tres meses, la pagará más cara.
Fines especulativos
Realmente la especulación es un componente que también está presente a la hora de contratar un derivado para cubrirse frente a riesgos de precio. Sin embargo, cuando hablamos de fines puramente especulativos, el objetivo principal del inversor es obtener el máximo beneficio. Por lo tanto, basará su decisión de inversión en las expectativas que tenga sobre el comportamiento futuro de un activo.
Arbitraje con derivados
Hablamos de arbitraje en relación a un tipo de estrategia financiera en la que el inversor trata de obtener una ventaja de la diferencia de precio o spread entre dos mercados diferentes. Se trata de desviaciones temporales de precios que el inversor aprovecha a su favor y obtiene un beneficio. Es decir, vende un activo al precio más elevado y compra el mismo activo al precio más barato. Su beneficio lo obtiene de la diferencia entre precio de compra y venta, que no es otra cosa que el spread. Este tipo de operaciones las suelen realizar inversores profesionales. De hecho, las operaciones de arbitraje cumplen una función relevante en los mercados, ya que permiten reforzar la eficiencia y el equilibrio al eliminar las desviaciones sobre las que actúa.
¿Qué diferencias hay entre invertir en un derivado o en el activo subyacente?
El activo subyacente es un producto de inversión (renta variable, renta fija, índices, tipos de interés etc.) que compras íntegramente y que requiere una inversión equivalente a su precio de mercado. En cambio, el producto derivado requiere de una inversión inicial muy pequeña y se liquida en el futuro, en la fecha de vencimiento.
Riesgos de invertir en derivados
Los derivados financieros han creado un mercado de precios futuros que debido a su complejidad, al desconocimiento de estos productos o a una asunción de riesgos excesiva a pueden derivar en pérdidas elevadas. Dado que consisten en invertir a futuro, y que la inversión inicial es pequeña en comparación con la exposición al activo subyacente que se va a adquirir, se consideran productos de riesgo elevado. Las posibilidades de obtener una rentabilidad elevada son grandes, pero también lo son las de perder importantes sumas de dinero. No son productos adecuados para inversores principiantes o para perfiles de inversión conservadores. Aun así, y pese a que no son productos en los podáis invertir con Ninety Nine, hemos querido darte unas pinceladas para que conozcas mejor su funcionamiento, teniendo en cuenta que son activos de uso recurrente en la gestión de carteras.
¿Qué tipos de derivados financieros existen?
Aunque podríamos tirarnos escribiendo una eternidad sobre tipos y subtipos, los principales son: